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En época medieval, pasearte por el altar principal, como ahora estás haciendo, sería imposible, pues una potente reja, pintada y dorada, te lo impediría. La finalidad de la reja sería la de proteger todos los elementos de culto, y especialmente, las reliquias que se guardaban. El altar quedaba presidido por un monumental retablo gótico de alabastro policromado, obra de Bartomeu de Robió. Algunos de los fragmentos de este retablo se exponen en el Museo de Lleida.

El que hoy en día puedes contemplar es un conjunto de pintura mural, muy deteriorado, pero restaurado, con varias escenas alusivas a la vida de Jesús y de la Virgen María. En medio de las pinturas, verás un agujero, que en realidad es un armario donde se guardaba la reliquia más famosa de la catedral, el Santo Pañal, es decir, el primer pañal del niño Jesús.

Debajo de las pinturas localizarás una lápida escrita en latín, donde se nos recuerda que en 1203 se colocó la primera piedra de la iglesia. Y frente a la lápida, al otro lado, el sepulcro gótico de Berenguer de Barutell, canónigo de la catedral. El sepulcro, obra del escultor francés Rotllí Gautier, permite hacerse una idea de cómo eran la mayoría de los grandes sepulcros monumentales que sabemos, llenaron la iglesia en aquella época. Si te fijas, todas las imágenes están decapitadas. Estas mutilaciones y otras muchas, hay que situarlas dentro del periodo militar sufrido por la catedral.