La parte conservada corresponde a la nave sureste, la más antigua del conjunto. La fachada encarada a la catedral muestra la función defensiva del edificio, mientras que la que mira al patio, con ventanas y puertas, deja entrever la función de residencia y vivienda.
La nave conservada es fruto de la remodelación de las construcciones andalusíes preexistentes. Originalmente estaba cubierta por un techo de madera que antes de 1244, tal y como consta en el Llibre dels Feyts de Jaime I el Conquistador, fue sustituido por bóvedas de crucería, de las que solamente se conservan las ménsulas y el inicio de los nervios. Estas bóvedas fueron desmontadas el año 1926 ante el peligro que suponía el desplome de la nave hacia el patio. Se perdía entonces el único elemento que quedaba de la obra gótica del palacio.
La nave hoy visitable dispone de una terraza superior accesible a todo el mundo, desde donde se puede contemplar el paisaje más cercano y el más lejano. Desde la terraza, la colina, el río, la huerta, se convierten en elementos distintivos de Lleida. También se confirma la posición del castillo en relación con un territorio, del que fue y es su capital.