La Virgen del Blau era la imagen que iba situada en la parte central de la puerta de los Apóstoles, el acceso principal a la catedral. Con un rostro sereno y dulce, sostiene al Niño con el brazo izquierdo mientras con la mano derecha aguanta una paloma. Esculpida por el maestro de obras Jordi Safont en el año 1447, debe su nombre al cardenal (“Blau”, en catalán) que tiene justo en la frente.
Dice la leyenda que cuando se estaban esculpiendo las imágenes que tenían que decorar la puerta de los Apóstoles, el maestro escultor que dirigía los trabajos tuvo que irse de viaje. Con la intención de que las obras no se detuvieran, el maestro escultor encargó a uno de sus aprendices la escultura del rostro de la Virgen. Cuando regresó del viaje, el maestro escultor se encontró con un rostro delicado, perfectamente esculpido y digno de admiración que no le generó, sin embargo, ninguna satisfacción ni alegría. Más bien todo lo contrario. La envidia se apoderó rápidamente del maestro escultor, que incapaz tiempo atrás de esculpirlo, se dio cuenta de cómo un aprendiz lo superaba en técnica y habilidad. Fue entonces cuando el maestro escultor, lleno de ira, cogió un martillo y lo lanzó contra el rostro de la Virgen. Por aquellas cosas que pasan, el martillo rebotó milagrosamente, mató al maestro escultor y a la Virgen le salió un cardenal en la frente.
Actualmente se puede contemplar en el altar principal de la Seu Nova.