Con una altura de sesenta metros, el campanario es toda una aventura. Una escalera de caracol con doscientos treinta y ocho peldaños permite llegar a su cima. Las panorámicas, únicas e irrepetibles, son la recompensa a tanto atrevimiento.
Se encuentra situado en el ángulo suroeste del claustro y fue erigido entre la segunda mitad del siglo XIV y el primer tercio del siglo XV. De planta octogonal, su estructura exterior consta de dos cuerpos, uno de muy alto y grueso con ventanas que van ganado protagonismo de forma progresiva, y otro de más pequeño y estrecho coronado por gabletes. En cuanto a su estructura interior, destaca la caja de escaleras y diferentes plantas con usos diversos. La planta baja fue convertida en capilla privada por la familia Safont, mientras que las otras se destinaron para la maquinaria del reloj y la ubicación de las campanas.
Según los documentos antiguos, fueron once las campanas encargadas de anunciar los días de fiesta y los días de duelo, si bien hoy sólo se conservan dos, Silvestra, de 1418, y Mónica, de 1486, año en el que también se mecanizaron los sones horarios. Un conjunto de cinco campanas más, fundidas a mediados del siglo XX, suenan conjuntamente en festividades señaladas del calendario. Sus nombres son Bárbara, Cristo, Marieta, Meuca y Purísima.